La base aislante para suelo laminado impide el contacto directo entre el pavimento y la superficie actual. Este subsuelo —también llamado foam, espuma o manta acústica— es el elemento clave para lograr un aislamiento acústico efectivo, estabilidad dimensional y protección frente a la humedad.
Un buen subsuelo aporta estabilidad al pavimento flotante y ayuda a adaptar pequeñas irregularidades del soporte. En casos de desniveles leves pueden utilizarse espumas específicas que facilitan el acoplamiento, aunque no sustituyen una correcta nivelación estructural cuando el desnivel es alto.
La elección del material y la densidad determina la capacidad de absorción del ruido (ruido por impacto). Para viviendas, locales con tránsito elevado o proyectos que requieran confort acústico, conviene elegir foams de mayor densidad y composición específica (EVA, látex, compuestos acústicos).
En pavimentos con riesgo de humedad recomendamos siempre una barrera antivapor (film de polietileno). En FOAM7 todos los productos están adaptados a esta necesidad, incorporando capas de PE de 0,04 mm o 0,06 mm adheridas a la espuma para evitar problemas por condensación o humedad del soporte.
Las bases aislantes se fabrican con distintas materias primas y densidades para responder a usos concretos:
Ejemplos de densidades habituales: 25 kg/m³, 35 kg/m³, 110 kg/m³, 220 kg/m³, 700 kg/m³, 1.400 kg/m³. A mayor densidad mejor comportamiento ante el ruido y mayor resistencia al pisado.
Un subsuelo de baja densidad con barrera PE (2–3 mm) puede ser suficiente.
Se aconseja una espuma de mayor densidad (EVA o compuestos acústicos) que reduzca el ruido por impacto y mejore el confort.
Usar productos diseñados para suelo radiante que garanticen una resistencia térmica adecuada. No todas las espumas son compatibles: comprueba siempre la resistencia térmica total del conjunto.